Por Francisco Vásquez Carrillo
Miembro de la Dirección Nacional del Movimiento Pedagógico Popular, Perú.
Machu Picchu viene siendo festejada por ricos y pobres y eso es bueno. La elite y burguesía limeña está feliz, nosotros también.
Si, es tan maravilloso la labor de los indígenas ¿Por qué siguen motejando, discriminando, soslayando a los cholos y herederos genéticos de los constructores del Machu Picchu? Los herederos de Manco Capac siguen muriendo de a pocos en los socavones de Casapalca, Yanacocha, Cerro Verde continúan siendo los broncinos sirvientes en Miraflores, San Isidro, Monterico, Asia. ¿Es que los hijos de Mama Ocllo son capaces de construir maravillas para el mundo, pero están condenados a vivir y morir como peones y sirvientes en las peores condiciones de vida?
Desde la Colonia y la toma del poder por los criollos a partir de la falsificada independencia, los hijos del sol doblaron el espinazo únicamente para sobrevivir, en adelante jamás tendría la oportunidad de gobernar y crear nuevas maravillas para el mundo. Los indígenas y posteriores cholos, se vieron en los campos y nuevas urbes como los trabajadores de los bisnietos y tataranietos de españoles nacidos en el Perú.
Nuestra clase política gobernante, verá en Machu Picchu una oportunidad de negocio, que en mucho de los casos van a agrandar las arcas de los corredores turísticos de chilenos y extranjeros. No importa cuántos ingresen diariamente, les importará como incrementar sus chequeras. Machu Picchu, es un trofeo de guerra, arrebatada para explotarlo sin medir las consecuencias de su conservación y su real valor histórico.
El Cusco, como el resto del país sigue siendo un contraste de poseedores y desposeídos, que en las rutas turísticas hacen de cargadores de las vituallas de turistas en condiciones infrahumanas. Machu Picchu, hay que defenderlo y conservarlo sin la voracidad de los caucheros que acabaron por aniquilar indígenas y extinguir los shiringales de la Amazonía, de los empresarios pesqueros que sobre explotaron la sardina y la anchoveta. Actualmente esquilman los yacimientos mineros que en algún momento llegarán a colapsar, y los exclusivos ganadores de éste péndulo serán las empresas transnacionales y los perdedores quedaran con sus tierras áridas y con aguas contaminadas. Machu Picchu, tiene que correr otra suerte, no puede estar al acecho del mercantilismo insensato.
Deseamos a Machu Picchu eternamente. El precio de ser una maravilla del mundo, deberá pagarse con el cuidado metodológico, de un turismo responsable y del mejoramiento económico de la nueva generación moderna de indígenas.
Machu Picchu es una maravilla, gracias a la mentalidad maravillosa de las personas que lo construyeron. Machu Picchu, es un centro de atracción unificador de los peruanos. Es una suerte de Meca peruana. Es un deber histórico y religioso de un peruano, conocerlo para avivar el fuego de sus antepasados. Actualmente la patria requiere urgente de seres extraordinarios, como los edificadores de Machu Picchu.
Detrás de la belleza extraordinaria de Machu Picchu, se esconde adrede el culto al trabajo, la labor planificada, cooperativa, la acción colectiva y coordinación en equipo del hombre andino, que tanta falta nos hace, en este mundo globalizado. De tras del magnetismo turístico de Machu Picchu, esconden al líder indígena Pachacutec, “el transformador del mundo”. Aquel que hizo posible la construcción de Capac Ñan que unió Argentina, Chile, Bolivia, Ecuador y Colombia. El primer político que pensó como unidad continental, y a su manera lo denominó Tahuantinsuyo. Machu Picchu, es un patrimonio latinoamericano.
Machu Picchu, es obra de hombres que trabajaron en equipo, con la mentalidad estratégica de Pachacutec. Es Hora de dejar de hablar y pensar en Machu Picchu, parcialmente de sus bondades maravillosas, sin aludir al hombre del ande que sigue viviendo, mantiene la fuerza y la voluntad de regenerar la moral de la patria y transformar los sistemas de gobierno y poder.
1 comentario:
Me interesó el artículo, me gustaria saber algo del autor, si tiene mas artículos, etc.
Armando Raza Moran. Trujillo. Perú
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